Juan Velázquez, aparece en nuestra historia en 1080. Nació en la aldea burgalesa de Quintanaortuño.

Juan de Ortega, nombre por el que se le conoce tradicionalmente, fue un gran hombre, eclesiástico y maestro de obras.

Muy joven dejó su pueblo para trasladarse a Burgos, y se formó junto a San Lesmes en el monasterio de San Juan, donde el mencionado santo regía un hospital para peregrinos y le asesora y le ayuda a conocer las buenas influencias del Camino.

En 1094 conoció a Santo Domingo de la Calzada. Tras este encuentro, siguió al santo como discípulo y colaborador en su actividad constructora en La Rioja; en concreto colaboró con santo Domingo en la construcción o reconstrucción del puente de Logroño y de la calzada que estaba haciendo.

Debido a las convulsiones que sufrió Castilla, decidió huir de las luchas y peregrinar a Roma y a Tierra Santa,

Tras un año de estancia regresa a su pueblo con las reliquias que traía, de varios santos, entre ellas la de San Nicolás, San Esteban y otros muchos. Él sabía que cualquier reliquia daba vida a un monasterio y atraía peregrinos y limosnas.

El Camino de Santiago tiene muchísimos lugares y rincones que se presentan al peregrino con una magia especial, de eso no cabe ninguna duda. El lugar llamado Ortega, fue el escogido como retiro de nuestro monje a su la vuelta de Palestina. Era un punto especial, donde los peregrinos pasaban penalidades a causa de los ladrones. Aquí decidió construir una iglesia y una casa de acogida, que aún conserva el ambiente religioso y espiritual.

El TEMPLO:

El conjunto urbano es absolutamente evocador. Por su ubicación apartada, pervive en él un ambiente de peregrinación. Los edificios están restaurados.

La iglesia de San Juan de Ortega es sustancialmente un templo románico. Construido en el último tercio del siglo XII hasta el crucero, fue ampliado, a mediados del XV, con un tramo de naves. Tiene planta de tres naves, crucero destacado y triple cabecera.

El exterior del templo es de gran sobriedad. Su extraordinaria cabecera está formada por tres ábsides semicilíndricos, destacando el central, mucho más amplio. En el brazo meridional de crucero hay un gran óculo que asegura la luminosidad del interior.

El capitel de la Natividad

Este capitel de estilo románico, representa varias escenas del nacimiento de Jesús.

Todo el capitel es hermoso, su tallado es exquisito y la ejecución del labrado es inmejorable, pero lo que más llama la atención de él no es esto, sino el llamado “milagro de la luz”, un fenómeno casi esotérico que combina misticismo y belleza en partes iguales.

Es el milagro de la luz. Cada 21 de marzo y 22 de septiembre, en los equinoccios de primavera y otoño a las 17.00h, hora solar, un rayo de sol del atardecer penetra por la ojiva de la fachada e ilumina el capitel de la izquierda del ábside, donde está la escena de la Anunciación. Luego se posa en la del Nacimiento y por último en la de la Adoración de los Magos. El efecto apenas dura diez minutos, pero son suficientes para que los numerosos asistentes, congregados para contemplar el fenómeno climático-arquitectónico sientan una emoción especial. Se puede observar este milagro dos días antes y dos días después del equinoccio.